El deporte nos ha regalado finales dramáticos a lo largo de la historia. Finales que dejan en evidencia que los atletas están hecho de algo más que un cuerpo altamente entrenado. Esta semana, la corredora keniana de 29 años, Hyvon Ngetich, dejó en evidencia que la meta se cruza, como sea, pero se cruza. Ngetich había liderado la carrera femenina del Maratón de Austin 2015 hasta casi el final, cuendo su cuerpo dejó de responder.
En un prinicipio, como pudieron evidenciar las miles de personas que se encontraban en la recta que llegaba a la meta, Ngetich se detuvo y comenzó a caminar. Sin embargo, el cuerpo de Hyvon no daba para más y finalmente, después de negar la asistencia médica y de silla de rueda que le ofrecían, se arrastró hasta la línea de meta del Maratón de Austin 2015 en un tiempo de 3:04:02, para reclamar el tercer lugar del podio de la carrera femenina. La ganadora del Maratón de Austin 2015 fue su compatriota Cynthia Jerop con tiempo de 2:54:21.
Su cuerpo no daba para más, pero su espíritu sí y eso es lo que separa a un atleta de otro, la capacidad de seguir aún cuando todo parece indicar que es imposibe. Han habido muchos finales como estos, desgarradores para quienes lo ven, a lo largo de la historia. Y quizás uno de los más emblemáticos fue la final del Campeonato Mundial del Ironman 1997, entre las triatletas Sian welch y Wendy Ingraham.
Ngetich comentó posterior a la carrera que tiene poca memoria de los últimos 2 kilómetros. «Corriendo, siempre tienes que seguir adelante, adelante», dijo Ngetich.
Aunque estos finales puedan inspirar a muchos corredores, lo más sensato y responsable es llamar la atención a que nunca hagamos lo que estos corredores han hecho. Llevar a nuestro cuerpo al límite de esta manera es arriesgar nuestra vida para terminar una carrera.
Fuente: Antena 3, Huffington Post
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